Solemos calificar a las malas personas como aquellas que, actuando sin ninguna empatía, impiden o tratan de impedir que podamos actuar como sintamos, o que llevemos a cabo los proyectos que tengamos en mente.
Para considerarlas así, malas personas, harían falta tres condiciones:
La primera es que intenten poner sus necesidades por encima de las nuestras. Eso es obvio.
La segunda, es que lo hagan de manera descontextualizada; es decir, que lo hagan cuando no tiene sentido hacerlo. No es lo mismo que ante un problema, alguien aporte una idea contrapuesta a la mía con el objetivo de solucionarlo, que sin venir a cuento alguien intente echar mis ideas o mi forma de actuar por el suelo. En el primer caso hablaríamos de una diferencia de criterio o de un conflicto de intereses, y en el segundo de que esa persona va directamente a por mí, con la intención de causarme daño.
Por último, la tercera condición sería, precisamente, la falta de empatía, donde la persona que se enfrenta a mí, no sólo no tiene en cuenta mis sentimientos, sino que le son totalmente indiferentes.
Una vez aclarado esto, creo que también es importante matizar que hay dos tipos de malas personas, ya que no es lo mismo la persona que se está ahogando en un río, y luchando por salvar su vida me hunde a mí, que la persona que para sentirse mejor consigo misma intenta pasarme por encima.
La primera, la que lucha por salvar su vida, es consciente de que está al borde del precipicio, en una situación límite donde no encuentra opciones válidas que le puedan hacer salir del abismo. Trata por todos los medios de salir a flote y no es capaz de ver que sus actos tienen consecuencias sobre otras personas, en este caso sobre mí, y lo único que hay en su cabeza es sobrevivir a toda costa, encontrar la luz al final del túnel.
Aquí vemos que el acto de hundirme, pese a que me daña y no tiene en cuenta mis necesidades y sentimientos, está totalmente contextualizado, ya que esa persona es incapaz de actuar de otra manera ante su situación. Simplemente trata de salvarse a toda costa, sólo quiere sobrevivir. Y, a un niño que aún no sabe leer no se le puede exigir que lea, hay que entender dónde se encuentra.
Un segundo caso, es la persona que trata de pasar por encima de nosotros para encontrarse mejor consigo misma. Esta persona está tirando mano de su ego. El ego, lo va a utilizar para salir reforzado de una situación y reafirmar su manera de entender la vida.
Este tipo de personas viven bajo su estricta y cuadriculada forma de entender las cosas, y lo hacen así para defenderse de algo que les ha marcado en el pasado, sobre todo en la niñez, y que les ha enseñado a que si viven expresando lo que sienten les caen palos por todos los lados (podría aquí valer el ejemplo de un padre dictatorial que educa a sus hijos en una disciplina férrea sin tener en cuenta sus necesidades emocionales). Así que esa manera cuadriculada de proceder, donde ensalzan su ego, es la que su inconsciente les ha enseñado a utilizar para no salir dañados de nuevo en la vida ante los conflictos. Cualquier forma de pensamiento que detecten en otra persona que se escape a su forma cuadriculada de entender la vida la atacarán, porque interpretan que si no lo hacen volverán a salir mal parados, como les pasó cuando eran niños. Lo grande que sea ese cuadrado que enmarca su forma de entender la vida les provocará mayor o menos limitación, haciendo que peleen en mayor o en menor medida por demostrar que son los mejores. Son gente que siente la amenaza constante en su piel, y por eso siempre tienen que estar por encima de los demás. Su vida es una lucha continua y extenuante.
Si por alguna causa vieran su esquema de vida amenazado entrarían en pánico, porque la incomprensión y el miedo les conectaría con la incomprensión y el miedo que sintieron en su niñez, e inconscientemente bloquearían el sistema emocional para no volver a sufrir. Podríamos decir que de alguna manera, su inconsciente les impide a toda costa ver y afrontar el abismo que hay delante de ellos. Les pone una venda en los ojos para no tener que pasar por eso de nuevo.
Como vemos, aquí también podemos decir que la agresión está contextualizada, ya que se trata de huir a toda costa de algo que nos dolió mucho en un pasado y a lo que tenemos un miedo atroz, y en definitiva, esta situación acabaría siendo muy parecida, si no igual, a la del que braceando para no hundirse en el río me acaba hundiendo a mí.
Al final, todo son métodos de defensa que se emplean para poder afrontar la vida sin que mi mundo se derrumbe. Lo que es cierto es que en todos los casos el miedo es lo que hay en el fondo de la situación, y que quizá la única diferencia que haya a priori sea la consciencia del abismo en la persona que se ahoga en el río, frente a la no consciencia de tal abismo en la persona que ensalza su ego y pasa por encima de los demás.
Como conclusión, podemos decir que NO HAY MALAS PERSONAS, sino situaciones que, ante la falta de herramientas de gestión emocional, les hacen actuar de una manera inadecuada para sobrevivir, viéndonos nosotros perjudicados en el proceso.
Cada cual tiene su historia, y como se suele decir: Ponte en mis zapatos para andar mi camino.