Las disputas con los demás



Seguramente te habrás encontrado con que en determinados ámbitos, principalmente en el trabajo o en algunos círculos de amigos, suscitas lo que tú interpretas como envidias y mal ambiente con determinadas personas, que quieren a toda costa enfrentarse a ti para desacreditar cualquier cosa que hagas o digas.

Si el lugar es el trabajo, siempre nos encontramos con el típico compañero que quiere estar a toda costa por encima de ti, pero no por su buen hacer, sino desprestigiando tu trabajo o tu manera de entender las cosas. Si, por el contrario, este caso se presenta entre las personas con las que compartes tu vida social, nos encontramos con el típico amigo que siempre tira tus ideas o comentarios por el suelo, intentando hacer ver al resto del grupo que tus aportaciones son carentes de interés, o que estás totalmente equivocado en tus apreciaciones.

Al final, lo que esconde esto es una lucha entre tu manera de entender la vida y la suya.

 ¿Por qué pasa esto?

Cuando una persona atisba en tu proceder algo que le hace sentir incómodo, activa un mecanismo de autoprotección donde el ataque es la mejor de las defensas, con el objetivo de hacer valer su postura por encima de cualquier otra. Esto es un mecanismo inconsciente, que se hace porque algo del agresor entiende que tu manera de ver las cosas es más adecuada que la suya, y sus debilidades quedan al aire.

Aquí se activa en el agresor un relé que capta un ataque directo contra su ego, el cual entra en acción intentando tirar por el suelo tu visión. La razón de hacer esto así, es el miedo que siente el agresor a que todo lo que ha interpretado en su vida como “lo correcto” sea en realidad erróneo.

 

¡Qué duro sería que todo lo que has vivido estuviera basado en una mentira! Hay que protegerse de eso.

En el fondo, el hecho de que el inconsciente de dicho agresor vea que hay algo en su forma de proceder que no funciona, e intuya que tu forma de ver las cosas es más apropiada, provoca un miedo irrefrenable en él a vivir en una irrealidad, a tener que cambiar su percepción de la vida y perder el control de ella con todo ese proceso. Lo desconocido lo interpretamos como "no bueno" porque creemos que no sabremos manejar lo que nos puede deparar el destino, y sin armas estamos en peligro. Ten en cuenta que todo aquello que rompa el esquema cuadriculado del agresor de cómo deberían ser las cosas, generará en él una respuesta de autoprotección que se reflejará en la agresividad que tú percibes.

Sí, pero... ¿qué proceso se da dentro de él?

El proceso que siguen estos agresores es tirar por el suelo cualquier propuesta que hagas, con el único fin de demostrarse a sí mismos que tu forma de actuar no tiene cimientos fuertes y se derrumba a las primeras de cambio. Si esto sucediera y tú te derrumbaras, ellos saldrían reforzados de la situación, demostrándose a sí mismos que lo tuyo era un espejismo, y que la suya sigue siendo la mejor interpretación posible que se puede hacer de las cosas.

A la vez, podría demostrar el agresor que esa manera de proceder que ha derribado en ti no venía de tu esencia, de tu interior, sino que era una creencia, una interpretación de una situación que ha desmontado fácilmente porque lo que defendías no lo sentías. Y estaría en lo cierto. Un acto que proviene de tu interior, de lo que realmente eres, de tu esencia, es imposible que sea desmontado, ya que es tu realidad. Y esta realidad es como es, y sólo tú puedes ir cambiándola con tu evolución personal, pero nunca será cambiada desde el exterior (por un agresor).

Si la persona que te agrede encuentra en ti un férreo opositor, la lucha será encarnizada hasta que o bien tú caigas, bien él te dé por imposible, o bien se dé cuenta de que tiene algo que aprender de la situación y ceda.

Cuando algo nos altera en otra persona es porque vemos un reflejo de alguna parte de nosotros mismos de la que tenemos que realizar un aprendizaje. Una clara muestra de que tú actúas desde tu realidad y no desde una creencia, es que te encontrarás tranquilo defendiendo tu postura y no la verás amenazada en ningún momento ni te alterarán los argumentos del contrario. Más bien entenderás el fondo del que tu adversario parte y sus razones para actuar como lo hace. Y por todo ello, no podrás sino sentir comprensión ante su postura, aunque no la compartas.

Desde ese punto, eres libre para actuar como consideres más oportuno, porque la respuesta que des a la situación, independientemente de cuál sea (cortar la relación, aguantar carros y carretas, tener comprensión con él, pararle los pies...), procederá de tu realidad, y a tu realidad no hay quien acceda mas que tú.